Si este amor por este deporte nos lleva a lo más cursi, entonces pensaríamos en un gol hermoso a la retina, un túnel o un sombrero se convertirían en nuestra arma de seducción; lucharíamos por nuestros compañeros como darías la vida por el verdadero amor.
El resultado pasaría a un segundo plano y mantener una estructura defensiva o aguantar una resultado a como diera lugar no estaría en nuestras prioridades, por eso cuando te dicen que el futbol es solamente un juego, están equivocados porque no saben cuántas fibras de sentimientos nos llevan al verdadero disfrute de la rodada de una pelota.
No pretendo reprochar las diferentes maneras o sistemas de juego que llevan a la victoria, en realidad esto es lo más importante en la actualidad y con lo que se mide el real rendimiento de un equipo; pero en mi reflexión quiero ir mucho más haya.
¿Te sientes mucho mejor cuando juegas bien y ganas? ¿Te es más satisfactorio hacer un gol de una excelente factura? ¿Cómo te sientes cuando ganas un partido pero además quedas con la tenencia de la pelota?
Realmente el futbol no puede ser ajeno al romanticismo, a la técnica depurada de un jugador, un regate insospechado, una doble pared, un pase gol, una ejecución magistral de un tiro libre, no olvide que siempre hay alguien mirando después de la línea que merecen la recompensa por su compañía y tiempo, regalemos un espectáculo digno y respetuoso de la verdadera esencia del juego, diversión responsable, inteligencia y alegría en la creación de acciones de juego, y como en nuestra mejor conquista, seducir con cada jugada para encontrar la magia del verdadero amor por un gol.
Logrando satisfacción y un cariño infinito de la belleza del futbol bien jugado.
Este artículo quiero dedicarlo a la memoria de mi maestro y amigo Alfonso Sepúlveda Q.E.D.P.